lunes, noviembre 05, 2007

Turismo de "Aventura"

Por estos dias se está promocionando mucho el turismo cerca a Lima. Eso me parece genial.
Hace unas 3 semanas tuve la oportunidad de ir con unos buenos amigos a Obrajillo, un pueblo que queda en la provincia de Canta a 2,800 msnm. Desde Lima son 2 a 3 horas de camino.
El sitio es muy lindo. El clima es seco, es muy turístico y un punto obligado si desean salir de la rutina diaria, del smog de la ciudad, de la bulla de los carros y de los chillones radios de las combis y custers.

Desde que llegas a Canta la cosa es distinta, te sientes muy lejos de Lima y eso que no es distante. Una vez ahí tienes que bajar al valle donde está Obrajillo. El camino es asentado y queda a 10 minutos de Canta (el carro baja despacio). Cuando llegas te encuentras con un ambiente campestre muy lindo que me hace recordar, en parte, a mi antigua vida en el Valle de Tambo (otro día les contaré de eso).


Al ser un lugar turístico, hay restaurantes y mucha diversión: paseos a caballo, caminatas a las cataratas, juegos para niños, no hay excusa para no ir.


Los que quieren quedarse pueden optar por acampar en los diferentes restaurantes campestres o alojarse
en un hospedaje. En fin, es muy relajante.


Sin embargo, hay un detalle que no me gusta y les digo esto porque tienen que estar preparados para lo que les espera. Si van con movilidad propia,
perfecto, pero si van en ómnibus y no son un grupo muy grande como para alquilar uno que los lleve y los traiga; entonces, ármense de paciencia porque el viaje de Lima hasta allá es bastante incómodo y de regreso es peor. Hay que subir temprano a Canta para buscar un ómnibus que te regrese a Lima, porque a partir de las 4 de la tarde ya es insufrible conseguir movilidad. Subes al ómnibus y si tienes suerte puedes encontrar sitio vacío. Los ómnibus son algo antiguos y no muy limpios que digamos, luego tienes que esperar a que se "llene" ¡y vaya que se llena! Cuando parte parece una custer repleta a más no poder y no sólo de gente, sino también de cajas, baldes y fardos que obstruyen totalmente el pasadizo que debería estar vacío por cualquier emergencia. Bajarnos en Santa Rosa de ese ómnibus nos tomó alrededor de 3 minutos, luego de sortear toda clase de obstáculos. Desde aquí sólo me gustaría hacer una recomendación a quién corresponda: Si desean que los limeños hagamos turismo interno vean que sea seguro y cómodo y no lo digo por los caminos sino por el problema de toda la vida: el transporte. Las ganas de viajar no me las quita nadie, pero estoy traumado con tanto choque y volcadura de ómnibus viejos y choferes irresponsables. ¿Habla, vas?

jueves, octubre 11, 2007

Miau, mi nombre es Michelle... y por qué ah?

Pequeña nueva integrante de la familia, Michelle, es una gatita que suponemos tuvo un inicio a la vida poco alegre, ya que cuando llegó a casa se mostraba bastante huraña con todos, no salía de su cajita y no comía bien.
Sin embargo, los cuidados y el enorme cariño de Claudia ha hecho que Michelle se haya adaptado a su nuevo hogar y ahora, aunque no es una gatita bonachona, ya se deja cargar.


Cuando la gatita llegó (pequeñita) pensamos que era machito y le pusimos por nombre "Amadeus II", en honor al primer gatito que tuvo Claudia y que se llamó "Amadeus".
Así "¡Amadeus, ven!", "¡Amadeus, a comer!" iban y venían; sin embargo, con el transcurrir de las semanas Amadeus II no daba muestras de hacer mucho honor a su nombre :P
Es por ello que luego de la visita de rigor a la veterinaria para su control nos dijo que era una hembrita, ¡menuda sorpresa que nos llevamos!

Pensamos entonces: ¿¡y ahora!? ¿¡qué nombre le ponemos!? Surgieron nombres como: "Bernarda", "Minina", y un largo etcétera que ya no recuerdo. Sucedió, entonces, que por aquella época transmitían un culebrón colombiano llamado "La Tormenta", culebrón que, por cierto, tenía elevada audiencia y unos personajes muy pintorescos. Uno de ellos se llamaba Michelle, personaje misterioso que había aparecido en el pueblo de la historia, como la novia del macho más macho del lugar. Nadie sabía de dónde había salido, pero poco a poco se hizo conocida por sus ideas liberales. Además guardaba un gran secreto. (¡cuando no!)
Con el tiempo se descubrió que Michelle era un hombre que se había cambiado de sexo!! :P
Ahí fue que decidimos que "Amadeus II" ya no sería conocida como tal; sino que ahora todos la llamarían "Michelle". Y parece que a Michelle le gustó su nombre, porque lo aprendió más rápido que inmediatamente.
Y aunque ahora Michelle tiene límites que a Claudia le gustaría romper, se ha ganado el cariño de la casa y de quienes la engríen.
Larga vida a Michelle que ya sabe que es una gatita de su casa.
Listo, Carlita. Ésa es la historia del nombre de Michelle.